Crítica película Ciudades de papel

No sé si se trata de una racha de suerte. Tal vez pisé un trébol de cuatro hojas. Pero el caso es que la semana pasada pude asistir a una primera proyección de la película Ciudades de Papel que se dio en Madrid, y aquí tenéis mi crítica de la película.

¿Recordáis la primera vez que visteis la película de Bajo la misma estrella? ¿Os acordáis de haber dicho que era la mejor película del mundo? ¿Sentiste el corazón en un puño? Pues prepárate para Ciudades de Papel, porque no es menos.

Ciudades de Papel (el libro) me gustó bastante, sobre todo la última parte. Pero si de algo pecaba el libro era de esa parte intermedia lenta que a veces llegaba a hacerse tediosa. Normalmente, cuando un libro se adapta a la gran pantalla, lo que se hace es comprimirlo. En este caso, ha sido una gran ventaja.

No es la mejor adaptación del mundo (no es ni un En Llamas ni un Bajo la misma estrella), pero vas a estar tan ocupado riéndote como un loco que no te va a importar en absoluto. Porque al ver esta película te va a doler tanto el estómago de reírte que te vas a olvidar de comerte las palomitas que te has comprado.

Todos los actores en este film se lucen, y personalmente, destaca la actuación de Austin Abrams, el actor que da vida a Ben. Ben ya de por sí era uno de mis personajes preferidos en el libro. Y es que en la película se luce tanto o más. Nat Wolff clava a Quentin, y lo mismo pasa con Justice Smith, quien hace de Radar. El trío realiza unas escenas de lo más divertidas y entrañables, representando la verdadera esencia de lo que es la amistad. Son el mejor recuerdo que me he llevado de la película.

Sí, Ciudades de Papel es una comedia, sin duda alguna. Pero... ¿Me creeríais si os dijese que me he emocionado más con esta película que con Bajo la misma estrella? Creo que habría que decir que yo, con Bajo la misma estrella, no lloré ni me emocioné demasiado, pero me gustó. En cambio, en Ciudades de Papel trata el tema de la amistad y de las últimas semanas de instituto. De cómo la vida continúa, obligándote a separarte de tus mejores amigos para dirigirte a la universidad. Es un tema que a mí, que estoy recién graduada y a las puertas de la universidad (¡he entrado oficialmente en Arqueología en la UCM, yuhuuuu!), me toca bastante. Los últimos días de instituto fueron los mejores y los peores, porque iba recordando todos los años que había pasado allí, y cómo las mejores amistades que he tenido y tengo se forjaron en esas paredes. Así que sí, al final de la película, tras una escena emotiva, yo estaba al borde de las lágrimas.

Una cosa muy buena que tiene la película y de la que carece el libro es de una (gran) ampliación del final. Vas a ver mucho más allá del final del libro, lo cual es un gran acierto. Permite un cierre más redondo, una reflexión final más intensa.

¡Sorpresa! Sí, que sí. Hay una sorpresa en la película (a eso de poco más de la mitad), y te lo digo: es mejor que no te enteres de ella, porque te va a impactar mucho más. ¿Y si os digo que literalmente todo el cine chilló? Os aconsejo que si queréis sorprenderos, será mejor que no miréis en Twitter ningún comentario de la película y que bajo ningún concepto os metáis en la página de Wikipedia de la película. Creedme, no queréis saberlo.

En definitiva: para mí, Ciudades de Papel es una película increíble, de esas que no te dejan respirar entre risa y risa. Personalmente, me ha gustado hasta más que Bajo la misma estrella. Se disfruta mucho más. Así que mi consejo es que vayáis a verla cuanto antes.

Y ahora solo me queda decir una última cosa...

"Let's go find Margo!" (con acento italiano)