Desde que se anunciaron los ganadores del concurso, sentí curiosidad por este libro. La sinopsis prometía. Así que en la feria del libro fui a comprarlo en la caseta de la editorial, y antes de hacerlo vi que aquella tarde estaría Clara Cortés para firmarlo. Por lo que esperé hasta la tarde para comprarlo. Me lo dedicó y compartimos unas breves palabras. Llegó un momento en que me dijo que le daba miedo la reacción de los lectores por el final. Yo le confesé: a mí me gustan los finales polémicos. Así que estaba advertida. Y aún así, no me imaginaba algo como el final que nos espera, literalmente, Al final de la calle 118. Es casi como si te avisara. Pero, obviamente, no voy a hablaros del final. Si queréis descubrirlo tendréis que leerlo.
La historia que se desarrolla es realmente sencilla, y podríamos decir que apenas sucede nada. Estamos acostumbrados a libros que nos narran unos hechos, unos tras otros, prácticamente sin dejarnos descansar. Por ello, Al final de la calle 118 puede parecer tener un ritmo lento. Sin embargo, aunque no os lo parezca, avanza con paso seguro. No nos cuentan una historia y sus hechos. Nos cuenta los sentimientos y las emociones que envuelven a los protagonistas al vivir la situación que viven. Podríamos decir que es una historia... ¿emocional? Es distinto en ese sentido, lo cual es bueno.
Sin embargo, tal vez por esa falta de movimiento, no es el tipo de libro que engancha. Sí, tienes ganas de saber qué va a pasar, pero el ritmo es descansado, y puedes dejarlo a un lado. En un principio, sí que tienes ganas de saber más. Pero a mitad del libro el ritmo baja de repente, y esa falta de emoción nunca es buena para un lector. Me habría gustado que tuviese más gancho.
Una de las cosas que más me han gustado de este libro son las reflexiones que guarda en su interior, que la autora lanza tanto directa como indirectamente por medio de su protagonista, Valeria.
La prosa de Clara es mucho más de lo que esperaba. Decían por ahí que escribía bien. Desde mi más humilde opinión, no es que escriba bien (más bien tiene un estilo sencillo con el que siempre se acierta). Lo que pasa con esta joven escritora es que sabe exactamente qué pocas palabras debe usar para transmitir lo que desea, tanto literaria como emocionalmente. Y eso no es algo que todo el mundo que escribe sabe hacer.
Respecto a los personajes, he conectado mucho más con Simon o la hermana de la protagonista, Raven, que con la propia Valeria. En un principio, sentía curiosidad por la protagonista; pero mi interés se fue desviando hacia las historias de los otros dos personajes. Me gusta cómo es Simon. Es un personaje que nos recuerda que no todos los chicos de las novelas juveniles tienen que ser guapísimos, seguros de sí mismos, perfectos... Simon es real. Y Raven aún más. Es un personaje que os aseguro que os atrapará.
Otro de los aspectos que me han gustado muchísimo de este libro es cómo se desarrolla la amistad entre Simon y Valeria. Es realista la evolución: lenta, insegura, tímida. Uno no hace buenos amigos tan fácilmente, y mucho menos alguien como Valeria.
Es un libro que, cuando lo cierres, estarás un poco sorprendido. El final me ha gustado, porque es realista. Pero, a diferencia de como me esperaba, no es una historia que te marque. Sí, estarás con la cabeza en ella durante todo un día. Después... la olvidas. Y yo prefiero esos libros que me rondan cada dos por tres, inquietando mi conciencia.
En resumen. Al final de la calle 118 representa la teoría de que la vida
tiene un extraño sentido del humor. Es el ejemplo de la dura vida que
llevan muchas personas. Es una alabanza a los fuertes, una crítica a los
débiles y un golpe a tus entrañas. Todo junto. Aunque con un ritmo lento, disfrutarás de los personajes de esta historia. Ellos son la verdadera historia.
